Quisquilla de Motril, única y desconocida
Después de hablar de los mejores blancos de nuestra provincia, no queremos desaprovechar la ocasión para maridarlos con otro de nuestros manjares: la Quisquilla de Motril o Palaemon serratus. Es un crustáceo parecido a la gamba aunque más pequeño, siempre menos de 8 cm. Para distinguirlas hemos de saber que su abdomen es grueso y musculoso, en contraste con su costra más débil; y de sus 10 patas, los dos primeros pares han evolucionado hasta formar pinzas. Habitan en los fondos rocosos de la zona litoral de Motril, Calahonda, o Torrenueva. En el mar son casi transparentes, rosadas fuera de él, llegando a decirse que por su delicadeza incomparable, un pudor virginal las hace enrojecer cuando se manipulan en cocina denotando su calidad. Tienen un bajo contenido en grasas y sus aportes nutricionales son minerales. Y, en cuanto al sabor de su carne, dulce e intenso, es un placer epicúreo irrenunciable en la gastronomía más selecta.
Dada la escasez de este producto, es raro que salgan de la Lonja de Motril; pues la mayoría suelen estar vendidas incluso antes de arribar a puerto a los mejores restaurantes y unas cuantas pescaderías. De aquí mi sorpresa cuando de manera continua las veo en algunas grandes superficies y pescaderías, que no dudan en afirmar su autenticidad. Por eso es importante saber que la auténtica quisquilla sólo se vende en Motril y como tal debe de aparecer en la obligada etiqueta de trazabilidad del producto.
Pero, si no queremos fallar, lo ideal es pasarnos por el bar FM, o los restaurantes “el Chanquete”, “Ruta del Veleta” o “Chiquito”, de Granada, o en los restaurantes “Natalio” o “Paquito”, en Motril, “donde podemos encontrarlas tanto frescas como en sus más distintas elaboraciones. Aunque, para mi gusto, nada como las auténticas quisquillas a la plancha con un buen puñado de sal; eso sí, sólo el tiempo justo para que tomen la sal y no pierdan todo su jugo.
Si comparten nuestro gusto epicúreo, no dejen de probarla y contarnos su experiencia. ¡Salud!
Debo añadir a tu estupendo artículo, que la mayoría de los lugareños las prefieren cocidas en agua de mar y enfriadas directamente sobre hielo, que es como mejor se aprecia su sabor. que es imprescindible chupar la cabeza siempre y que crudas o en tartar o carpacho a mi me fascinan. No hay una gamba más rica y elegante. Ah!!! Y es «Paquillo» ?