El restaurante decano de la capital granadina seguirá creando historia pese a cerrar sus rejas en este principio de Octubre. Con una dilatada historia que arranca en los años 30 del pasado siglo, ha sido y será un lugar emblemático en el casco histórico de Granada, junto a la Catedral.

Por aquel entonces la familia Alvarez saltaba al ruedo de la restauración haciéndole el quite a la figura del taurina del momento, el matador de toros granadino José Moreno del Moral «Lagartijillo chico». En aquel solemne escenario, a las faldas de la Capilla Real, y de aquel padrino no podía venir más que el buen fario que administró Antonio Alvarez, el primero de las tres generaciones que han mantenido y engrandecido la cultura taurina, flamenca y cofrade de la capital, amén de la ilustre gastronomía y las caricaturescas anécdotas sociales que siempre guardarán sus salones ahora cerrados.
Su cocina tradicional y de mercado, elaborada por el cocinero Dany Álvarez, habrá de reposar mientras el edificio adquiere los toques renovados que demanda el turismo actual, para retomar a finales de 2015 los encuentros flamencos, saeteros, o de barra poética que ya recitara Antonio Alvarez para un Dámaso Alonso y el inmortal Federico García Lorca en esta casa de grandes.